martes, 13 de enero de 2015

De rebajas y simulacros

Supongo que tras terminar estas fiestas todos habéis visto esas imágenes en cadena sobre que ya ha terminado "el simulacro de amor". Yo me pregunto ¿por qué?
Si lo pensamos fríamente, es cierto, es un simulacro. De repente todos somos cariñosos, nos acordamos de la familia, de los amigos a los que hace mucho que no vemos o con los que ni hablamos, aparecen los remordimientos y decidimos dejar de ser como somos ¿o no?
Para algunos (como es mi caso) es la época ideal pasar ser nosotros mismos sin que nos tilden de inmaduros o infantiles. Me gusta la Navidad, el amor que se respira, la inocencia, los niños, la magia. La verdad es que me da igual que sea una fiesta más pagana que religiosa (soy de clásicas, es fantástico seguir celebrando las Saturnales de un modo u otro), que no sea más que un periodo de consumismo exacerbado, quiero decir, no me importa el pretexto si no la finalidad: a todos nos viene bien ser amables, cariñosos, solidarios o buenos aunque sea una vez al año (que no hace daño).
Entiendo incluso a aquellos que sólo recuerdan a los que ya no están y aunque ellos no me entiendan, yo sigo amando la Navidad. Yo, que perdí a un familiar el día antes de Nochebuena o que sé que ese día es el cumpleaños de mi abuelo. Yo también he perdido, pero creo que la mejor forma de honrarlos es: recordarlos todos y cada uno de los días de mi vida y celebrando cada fiesta con el mismo amor, cariño y pasión que ellos me enseñaron.
Llegados a este punto recuerdo un villancico que cantaba con mi abuela:

-Madre en la puerta hay un niño
más hermoso que un sol bello,
parece que tenga frío
porque viene medio en cueros.
-Pues dile que entre, se calentará,
porque en esta tierra ya no hay caridad.
Entró el Niño y se sentó,
hizo que se calentara,
le pregunta la patrona
de qué tierra y de qué patria.
-Mi Padre es del cielo
mi madre también,
Yo bajé a la tierra para padecer.
-Hazle la cama a este Niño,
en la alcoba y con primor.
-No me lo haga usted señora
pues mi cama es un rincón.
Mi cama es el suelo desde que nací
y hasta que me muera ha de ser así.

Adoro este villancico porque para mí resume no sólo la Navidad sino también un lema de vida: la caridad, la familia, la humildad y el sacrificio, es decir, el amor.
Pero sí, la Navidad es una fiesta pagana, consumista, que nos obliga a ser solidarios y buenos, que nos hace recordar a los que ya no están. Pero es muy triste que en cuanto llega el día 7 de Enero cambiamos un espíritu de amor por uno rebajado.

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