lunes, 24 de agosto de 2009

No es para mí.

¿Qué ocurre cuando te sientes insignificante, cuando una gota de rocío es más importante, pues ha de humedecer la rosa del jardín para que continúe siendo la más hermosa del rosal; aquella que cortan tus manos para su ramo, esa flor tan delicada que se cuida de no herirte?
¿Qué ocurre cuando sientes que te han abandonado, cuando llegas y encuentras la casa vacía, sin mensajes en el contestador, sin una nota, sin un mísero posit en la nevera; cuando el vacío gira en torno a ti y soledad te devora; cuando vives aferrada al móvil por si llama?
¿Qué ocurre cuando todo es silencio, cuando sólo oyes los ecos de tu pensamiento, cuando late el corazón de ruín furia, cuando desolación golpea incesante tu pecho?
¿Qué ocurre cuando quieres saber y no hay respuesta, cuando el miedo corrompe los minutos de tu asfixiante existencia, cuando mires donde mires sólo hallas preguntas y es el silencio tu respuesta?
¿Qué ocurrirá cuando me leas? ¿Acaso caerá una lágrima o se cristalizará tu mirada? ¿Acaso dejarás entrever una sonrisa cómplice de mis desgracias? ¿Acaso nunca me leas? ¿Acaso te enojes por mi insolencia? ¿Acaso me llames desde tu monte a gritos? ¿Acaso te llevará la brisa esta angustia?
¿Qué ocurrirá si no me llamas pronto?
¿Qué ocurre cuando te sientes insignificante, cuando sabes que esa rosa que se posa en tus manos y te sonríe enamorada, no es para ti?
No es para mí.

jueves, 6 de agosto de 2009

Sal

Erato me ha abandonado.
Soledad ha helado mi alma.
Esperanza ha alzado el vuelo
Dejando tequila y sal en la jarra.
Pandora ya es un recuerdo,
Y el hombre una mentira:
Ella muere en el tiempo,
Él cubre con sal mis heridas.
Estos pensamientos trastornados
Son el caos de mi ánima,
No pueden dormir tranquilos,
Ni pueden descansar en paz:
El viento los azota incansable,
El mar les ayuda a zozobrar
Y los latidos de mi pecho
Ya no saben si amar o llorar.
Están en carne viva y ensangrentada
La memoria de nuestro ayer,
No hay remedio para la agonía
Ni para olvidar tu piel.
Este hielo en mis venas
No me permite padecer,
Se convierte en piedra el pecho
Y se acerca nuestro anochecer:
El fin de un amor que fue eterno
En las efímeras entrañas del ayer.